Estuvo variadito el último fin de semana. Finalmente nada grave, gracias a Dios, pero si me preguntan, prefiero algo más de calma. Arrancamos con un viernes con bastantes actividades programadas para la tarde, trámites, papeles, compromisos. Un poco movidito, pero bien. Llegué de vuelta a casa a la tardecita, para caer en la cuenta que mi marido, que tenía que viajar, ya había salido y cerrado la casa...con una llave que a mí se me había roto, y me había olvidado de reemplazar. Los chicos sentados en el auto, y el ponerme a pensar qué era lo mejor, si hacer volver a mi marido, que ya estaba lejos, llamar a un cerrajero, o romper una cerradura. La opción irme por esa noche a la casa de mis papás, que hubiera sido muy sencilla, era imposible, porque toda la medicación de Salvi (anticonvulsivo) estaba encerrada en la casa. Conclusión: después de un rato de preocupación y nervios, un vecino amigo me ayudó y con algo de suerte y daño mínimo pudimos entrar. Cenamos temprano y nos fuimos a ...