Lo que decimos y lo que no

La alegría de ver a Salvi sentado en una sillita cualquiera, y ni siquiera suya, entusiasmó a varios en la familia y ahora tenemos un puff nuevo, una silla de caña y otra de totora en camino. Son muy útiles para tener un elemento más para variar su postura, y que no se canse a lo largo del día. En todas se sienta muy bien, aunque no puedo dejarlo completamente solo en ninguna. Entonces se me ocurrió algo así como un almohadón especial que pueda usar en las sillas y que además lo pueda sacar y llevar conmigo y me sirva para adaptarle asientos de sillas de comer prestadas o hamacas en alguna salida. (Si funciona como creo, habrá fotos)
Ayer fui a encargar el almohadón en cuestión a una tapicería, y Agustín me acompañó. Mientras yo le explicaba al tapicero lo que quería, mencioné simplemente que Salvi era un chico "especial" y todo lo que dije fue que necesitaba algo para que su cadera no se deslizara hacia adelante. Agus estaba más entretenido en probar los almohadones y sillas del negocio y en insistirme "Má, vamos!!!" que en escuchar la charla entre el tapicero y yo. Sin embargo, apenas nos subimos al auto, empezó:
-¿Por qué le dijiste al señor que el Salvi es especial?
-Porque le tenía que explicar lo que necesito, él no lo conoce a Salvi, y yo quería que entendiera cómo le cuesta sentarse solito y que quiero evitar que se caiga, con ese almohadón que le encargué.
-Ah, porque todos somos especiales. Yo no tengo esa enfermedad que tiene el Salvi, pero soy especial igual.
Como dijo eso de enfermedad, no retuve lo demás que dijo para aclarale que lo de Salvi no es enfermedad, con el relato repetido de Salvi nació antes de tiempo, que le costó mucho luchar por su vida en los primeros meses, y que ahora las cosas son más lentas con él que con los otros niños...algo que muchas veces ya hemos hablado con él, cuando se compara, más en el afán de sentirse bien él, por lo bien que hace las cosas, que por subestimar a su hermano. Así, muchas veces me pregunta, cuando yo tenía dos años, cómo hablaba, o cómo caminaba, o qué dibujitos de la tele me gustaban, etc.
Pero me interrumpió a la mitad del discurso:
-Si ya sé, ya sé eso. Pero lo que digo es que todos somos especiales, todos tenemos capacidades diferentes (sic), yo puedo hacer cosas mejor que otros, y hay otras cosas que no me salen bien. Todos somos distintos.
Plop.
Si no hubiera ido manejando el auto, me lo hubiera comido a besos, que es lo que se merecía.
Una vez más me sorprende mi hijo. La sorpresa no es por sus sentimientos fraternales. Está demostrado que más allá de alguna rabieta momentánea entre los dos hay un amor gigante. Lo que me asombró fue cómo sin haber tocado el tema con él nunca en esos términos, haya usado las palabras que usaría yo, o lo haya encarado justo como en esta familia estamos interpretando la situación. Por demás está sabido como los niños captan cosas sin que uno ni siquiera se entere, sin que se las diga, pero me sorprendió hasta que punto llega ésto.
Un motivo más para reflexionar sobre todo lo que decimos y hacemos, y mucho más sobre lo que les decimos y hacemos a los niños.
Con este mismo sentido se realizó esta campaña publicitaria sobre maltrato infantil, en lo referido a violencia verbal:
Campaña "Escuchate"
Me pareció muy buena, muy clarita y sencilla. Y sé que es verdad: cada palabra, cada gesto, cada actitud de los adultos es observada y analizada por los chicos con toda profundidad, aún cuando creemos que "están en otra".