Viaje a Rosario. Parte I

Hay tanto por contar que no me queda otra alternativa que ir haciéndolo por etapas. Para colmo en los próximos días no me va a sobrar tiempo. Se vienen las fiestas de fin de año en las escuelas, sí, LAS escuelas, todavía me sorprende pensar que este año tendremos dos cierres de etapa, dos actos de fin de año...Esto conlleva preparativos, ensayos, etc. La semana que viene es mi cumpleaños, y aunque el festejo no será nada de otro mundo también lleva su preparación. Y así todo.
En fin, para esta primera parte del cuento del viaje, elegí lo más turístico.

El viaje en sí no fue problema. Aunque es largo (10 horas desde Mendoza, viajando tranquilos y parando todas las veces que teníamos ganas), a Salvi no le molesta en absoluto. Viaja feliz, la mayor parte del tiempo despierto, mirando todo, y le encantan las partes donde hay más tráfico, camiones que pasen haciendo mucho ruido, movimiento y velocidad. Pasar por una ciudad, con paradas en los semáforos, en cambio, le parece muy aburrido.


Como no conocíamos Rosario, decidimos viajar con anticipación y así, tener más de un día libre antes del comienzo del entrenamiento para recorrer la ciudad. Nos gustó mucho Rosario. El hecho de casi no tener carteles indicadores con los nombres de las calles y las indicaciones un poco imprecisas de los rosarinos hicieron que nos perdieramos varias veces, con lo cual, ahora conocemos la ciudad mejor que muchos nativos, ja, ja! Nos encantaron los espacios verdes, muchos, muy grandes y llenos de gente aprovechándolos. Da la sensación que hubiera menos inseguridad que en Mendoza, al menos aquí es raro ver mujeres solas haciendo ejercicio en un parque a las 9 de la noche, mientras que allá parece común. El río es hermoso, están muy lindas las playas, por momentos parece que uno estuviera a la orilla del mar.

Por supuesto hicimos la visita obligada al Monumento a la Bandera, que nos pareció bellisimo, mucho más grande de lo que imáginabamos, y la iluminación nocturna merece verse (aunque nuestras fotos no estén muy buenas). Habría aquí que hacer un pequeño comentario sobre la inexistencia de rampas para sillas de ruedas, inexistentes en todo el Monumento, sin ánimo de crítica, todo lo contrario, para hacerlo aún más perfecto. Las rampas son absolutamente necesarias en un lugar con un juego de desniveles tan interesante.

Y el paseo que por nada del mundo nos habríamos perdido fue al Convento de San Carlos y alrededores, lugar histórico donde se desarrolló la Batalla de San Lorenzo. Fue muy emotivo, para nosotros, sanmartinianos de corazón, estar en el mismísimo escenario de la batalla. Digno de felicitación es todo el esmero por preservar el lugar. El museo es hermoso, de un patrimonio histórico importantísimo, y muy bien montada toda la muestra. Por momentos es fácil sentirse transportados en el tiempo hacia atrás.

Algo que diferenció a este viaje de otros, es que esta vez no fuimos solos con Salvi. Ya hace un tiempo que Cecilia, nuestra fonoaudióloga, nos había comentado que le interesaría mucho poder estar con nosotros en un entrenamiento. Más allá de su interés personal por conocer una terapia nueva y que a nosotros nos está dando tantos buenos resultados, me parece excelente que alguien que está trabajando con Salvi decida ponerse bien al tanto de qué es lo que estos papás están haciendo con este chico, tanto como para no contraponernos en nuestros respectivos trabajos, como para poder conocer alguna herramienta que pueda ayudar aún más en todo lo bueno que ella está logrando con el enano en su área. Además de esto, que habla muy pero muy bien de su profesionalismo, (y que me hace alegrar de contar con Ceci como terapeuta), disfrutamos muchísimo de su compañía, haciendo el viaje y la estadía todavía más placenteros.

Próximo capítulo: Viaje a Rosario. Parte II. Evaluación y entrenamiento.








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