¡Qué lindo sos cuando te enojas!

Tuve una pelea con mi hijo menor hace unos días. Si, con Salvi. Una pelea, de las de verdad.
Ya sé que es difícil eso. La mayoría de los que nos conocen bien, saben que él es un chico de bastante buen carácter. A lo sumo puede llorar si alguien a su alrededor llora o grita, o puede sentirse celoso de sus primos o de otros niños que estén disputándole la atención de sus seres queridos. O quejarse un poquito si quiere algo, (cambiar el canal de la tele, por ejemplo). O llorar de dolor si se enfermó. Y ese sería el listado completo de sus emociones negativas. Obviamente que ninguna de esas conduce a que lo retemos, nunca hay un reto en serio para él. Cuanto más limitadas son las acciones individuales, menos posibilidad de portarse mal hay.
Agreguemos ahora esta: enojo serio, bronca, escalando rápidamente a berrinche, llanto histérico y pataleo. Y todo esto contra mí.
Pasó que llevábamos un par de días madrugando mucho, a full con las actividades normales de la semana. Cuando llega la noche y sólo has dormido con suerte 6 horas la noche anterior, el cansancio y el deseo de dormirte restan mucha paciencia a tolerar las ganas de tu hijo de jugar en la cama, darse mil vueltas, intentar sentarse, ponerse en cuatro patas, bajarse de la cama, y todo esto entre carcajadas y grititos.
Le dije varias veces "bueno, basta, Salvi, a dormir, calmate". No hubo cantito, palmadita, ni abrazo que lo convenciera. Duraba un segundo en posición de "ya me duermo", y arrancaba de nuevo con las piruetas y las risas.
Hasta que me agotó. Lo miré muy, muy seria, le hablé muy fuerte, y entonces esto fue "YA BASTA, SE TERMINÓ, ME CANSÉ, TE DORMIS DE UNA BUENA VEZ, NO DOY MÁS".
Me miró un par de segundos, primero la expresión fue de absoluta sorpresa: "mi mamá JAMÁS me habla así A MÍ". Después hizo un pucherito, y a continuación se largó a llorar, totalmente embroncado, enfurecido conmigo, gritando enloquecido.
Lo tuve que levantar y sacarlo de la habitación, tratando de que no despertara a su hermano, que sí había logrado dormirse, y eso le dió más rabia todavía. Traté de calmarlo, sentado en la mesada de la cocina, mientras le pasaba la mano mojada por la cara, e intentaba que tomara un traguito de agua, pero fue inútil, estaba tan fuera de sí que no quería que lo tocara, me sacaba las manos.
Ponerlo en la colchoneta tampoco ayudó, seguía enloquecido. Por suerte para todos, en ese momento llegó su papá, lo alzó él, yo salí de la escena, y entonces, lentamente, se calmó.
¿Por qué es tan importante esto?
Porque me dice muchas cosas de su conexión con su entorno y de su inteligencia.
En los chicos "no verbales" la duda de cuánto entienden siempre está presente. Más allá de lo que los padres y el entorno cercano crean, la imposibilidad de comprobarlo con sus palabras hace que muchas veces esto quede en una nebulosa indefinida y la sospecha de que los padres pueden creer que entiende, pero esto no es real.
Cuando lo ví hacer ese pucherito, y enseguida comenzar ese llanto tan claramente de enojo, no hacía falta que me dijera que entendía perfectamente que:

  1. Mamá está enojada
  2. Mamá está enojada conmigo
  3. Mamá me está retando
  4. Odio que mamá me rete a mí. 
En el medio de mi cansancio, no podía más que estar feliz por dentro, porque hubo una tremenda ola de comprensión y comunicación, entre yo enojada y él reaccionando tan claramente, tan motivadamente.
Así que estoy muy feliz, feliz de que te enojes, mi enano...pero que no se te haga costumbre, ojo,y menos a la hora de dormir!!!

Comentarios

  1. Que linda historia! Me encantó! Yo soy mamá de Valen que tiene retraso y epilepsia y siento las mismas dudas sobre sí me entiende. Y cuando a veces logras ese punto de conexión es como si una luz creciera en tu pecho. Un abrazo.

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