Día del Niño

Seguramente les habrá pasado como a mí. Si repasamos la Declaración de los Derechos del Niño, enseguida nos damos cuenta de algún derecho que está siendo vulnerado en algún lugar del mundo, que muchas veces es lejano a nuestra realidad cotidiana, todos sabemos de niños explotados, maltratados, desnutridos, y mucho más.
Quizá, los que vivimos la discapacidad, podamos sentir algo de esta vulneración de manera más cercana, a alguno nos habrá tocado sentir (en carne propia o muy cercana) discriminación, injusticia.
Pero siempre son los demás los que niegan el cumplimiento de estos derechos, no nosotros.
Nosotros damos nombre a nuestros hijos, les damos sustento, hogar, alimentación, amor, educación, contención.
La Declaración puede sonar como muy solemne, muy lejana, aplicable a autoridades, organismos internacionales, instituciones.
Hoy, recordando que el día del niño se conmemora esta Declaración, aprovecho para repasarla y ver que hay posibilidades de llevarla a lo cotidiano, para no olvidar estos derechos fundamentales en el día a día. Y entonces me acordé de algo que hace un tiempo comentaba con amigos.
El viejo tema del maltrato verbal. ¿Cuántas veces escuchamos a algunos adultos decir que no maltratan a sus hijos, olvidando que maltrato no es sólo el físico? Muchos de estos adultos cuando se dirigen a sus hijos los pueden lastimar mucho más que con un golpe.
"Una vez que lo dijiste, LO DIJISTE" es el slogan de la campaña "Escuchate", pueden ver los comerciales publicitarios haciendo click en el link.
Y conectado con esto, otra situación que muchas veces veo y me cuesta entender, y que es como irse al otro extremo. Ayudarles a nuestros hijos a entender los límites, forma parte de sus derechos. Amar a los niños y respetarlos, no significa que no les marquemos que hay cosas, momentos y conductas que hay que respetar. Me pasó hoy mismo, dos veces, mientras hacía las compras. Me tuve que contener para no decirle a dos niños que dejaran de insultar a un familiar, dentro de un mercadito, sólo por gracia, mientras que su mamá se distraía vaya a saber uno con qué. Otra mamá sentaba a una niña pequeña en un mostrador de mercería, dejándola golpear una y otra vez con los pies el mostrador. Creo que con amor y firmeza cada uno de estos chicos debería haber sido advertido por sus mayores, sin necesidad de insultos, ni gritos, por supuesto, pero todo niño necesita de esta ayuda nuestra para comprender que todo lo que hacen afecta a todos quienes están a su alrededor. Si no les enseñamos a respetar a los demás, dificilmente logremos respeto para nosotros mismos.
Me parece que me puse un poco seria de más, pero es que creo que debemos hacernos un poco más responsables desde lo que nos toca para que podamos exigir cumplimiento de lo que les toque a los demás.
Para mis hijos, y todos los niños maravillosos que conozco, deseo que este día estén como se merecen:
¡¡¡¡FELICES!!!!!

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