La imaginación al poder

Dicen que la necesidad es la madre de la imaginación. Y debe ser verdad, muchas de las personas más imaginativas, o creativas que conozco salen adelante partiendo de situaciones de gran necesidad. Muchos padres y madres de niños especiales, buscan y encuentran soluciones perfectas para muchas situaciones apelando a un gran sentido de la creatividad y apertura para ver soluciones donde otros no ven nada.

Nos pasa a todos. Nuestros niños dejan de ser bebés (en tamaño), pero siguen necesitando sillas, coches, etc. como si aún lo fueran. Y esa sillita de comer o para el auto, que para un bebé tiene un costo X, cuando pasa a ser silla "para niños con necesidades especiales", pasa a multiplicar su valor en términos exponenciales. Si sólo costara el doble o el triple sería considerado una oportunidad.

Y es ahí cuando la imaginación entra en acción. Y dependiendo de la habilidad de los padres, o de su creatividad para encontrar soluciones y encontrar ayudantes (carpinteros, metalúrgicos, artesanos) que puedan darle forma a aquello que el niño necesita.

No es que uno no quiera pagar por aquello que realmente vale la pena, aquello que el niño necesita sí o sí, y que no puede hacerse o adaptarse en forma casera. Sí fuera así, y se debe buscar ayuda profesional, seguramente los papás moverán cielo y tierra para conseguir aquel implemento que mejore la calidad de vida de su niño.

Pero hay casos en los que se puede adaptar lo que se tiene, adecuandolo a nuevos tamaños o nuevas necesidades. En nuestro caso, por ejemplo, que Salvi todavía no tiene gran tamaño, todavía usa como cochecito uno común, de bebé, ya que además no necesita implementos para sostener su tronco o su cabeza. Una sencilla adaptación hecha por su papá, que incluye un vasito plástico para contenerlo desde la entrepierna, evita que se caiga cuando adelanta la cadera, sin necesidad de correas, ni ninguna otra cosa. Este cochecito es el que usamos para llevarlo al jardín, y es tan sencillo de usar como sentarlo o levantarlo en brazos, facilitando la tarea de quienes lo cuidan.

En cuanto a la silla que usa para trabajar en el jardín nuestro primer modelo fue éste.
Le hice hacer un almohadón con un tope del mismo material, pero este tope resultó demasiado blando, y cuando adelantaba la cadera, se tornaba inseguro. Entonces entró papá en acción (más hard):
Otra vez un vaso plástico, atornillado a una faja de metal, y ésta atornillada a la silla. Lo suficientemente firme como para que sea seguro, pero permitiendo total libertad de movimientos al tronco y brazos, incluso las piernas, como se ve en la segunda imagen.
Es el modelo definitivo, y la que partió al jardín:


En cuanto a la silla de comer, ella también hace rato que recibió el consabido vasito plástico, para no necesitar correas y trabas, lo hace todo muy sencillo, es sólo sentarlo y ya está listo para comer.

Pero últimamente los pies quedaban colgando a la deriva, tan largas están sus piernas, que el soporte para pies le quedaba a la mitad de la pantorrilla. Papá lo pensó, anduvo mirando en sectores inesperados del supermercado y así llegó a ésta solución:



Esa parte blanca, donde apoyan los pies, es...una bandeja para carnes.
Ahora, conociendo los genes, no es para asombrarse de la última creación de Agustín.

Esta caja tenía como fin guardar juguetes para poner un poco de orden en casa, pero, en cambio fue destinada a hacer esta "computadora", con agujeros para sacar las piernas y sentarse cómodo. Espero que no se pierdan el detalle del vasito verde pegado con cinta de embalar: es un "porta MP3".
Pertenecer tiene sus privilegios.












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