Payamédicos

(Payamédicos de Argentina)

La mayoría de ustedes conocen el término "payamédicos", especialmente luego de la película "Patch Adams", la cual cuenta la historia de este señor, creador de la llamada risoterapia. La premisa es bien simple: nos hace falta humor para sanarnos, nos hace falta que nos traten bien, que nos vean como seres humanos completos, atravesando una situación de enfermedad, no como "enfermos". Hoy en día esto es cada vez más aceptado como algo real y concreto, en todos los ámbitos. Todo el mundo, o casi todo, entiende los beneficios del trabajo conjunto de todas las especialidades, pero sobre todo de la parte emocional y espiritual para lograr sobrellevar tanto una simple enfermedad como situaciones realmente complicadas, crónicas o terminales, y cada día hospitales, profesionales y auxiliares de la salud van dando más lugar a todo lo que contribuya a mejorar la calidad de vida y de atención de las terapias, para lograr mejorías más rápidas.
Hace un tiempo leí con alegría que los payamédicos pronto trabajarían en el Hospital de Niños de mi provincia. Como se puede leer en la nota en el link, los objetivos son contribuir a la salud emocional del paciente hospitalizado y ofrecer momentos de distracción, recuperando los aspectos sanos de la persona hospitalizada. Además se intenta una mayor participación de los familiares y del equipo médico, mejorar la relación médico-paciente y aprender a usar el efecto catártico, lo que facilita el proceso de elaboración de la situación traumática de la hospitalización.
A continuación les cuento la situación que viví en este mismo hospital, la última vez que Salvi estuvo internado, hace un mes. Aclaro que personalmente no me sentí afectada, pero creo que otros sí pueden haberlo sentido, o lo que es peor, acostumbrados a estas situaciones, ya poco nos afecta.
Estamos en la habitación, media mañana. A Salvi ya le hicieron el electroencefalograma, ya nos vio un neurólogo, estamos esperando que nos den el alta. Él duerme, yo estoy sentada al lado. En la otra cama, una nena de unos diez u once años, lleva ya veinte días internada. Aún no han descubierto que es exactamente lo que tiene, aunque por lo que escuché más temprano ya han decidido que tratamiento seguir, para que pueda irse a su casa, aparentemente puede ser algo metabólico. La acompaña su papá, que le habla continuamente, animándola, ya que la nena de a ratos se pone muy triste y llora, extraña su casa, sus hermanos, la escuela.
Entra una enfermera y nos pide que mantengamos la habitación ordenada porque van a entrar los médicos a hacer "la ronda". Sin dar tiempo para mucho más, los médicos entran: una sucesión de guardapolvos blancos, la doctora que nos atendió a nosotros más temprano (muy amable, joven, simpática y eficiente), la que había hablado con la otra familia, también de muy buen trato, una doctora de más edad, muy seria, de gesto frío, y una cantidad de estudiantes de medicina, con calcadas caras de susto. Entran uno atrás de otro, y se acomodan como pueden, todos serios, todos callados, y como el lugar no es tan grande, uno de los estudiantes queda parado casi rozándome a mi, que no me he movido de la silla. Por un acto reflejo lo saludo, ya que nadie dijo un mísero "buen día", pero es que el pibe está enfrente mío, cómo no lo voy a saludar? La cara de terror, y el tartamudeo del saludo de respuesta me hacen ver que no esperaba eso de mí. Aparentemente "la ronda" no incluye ningún tipo de saludo ni nada que se le parezca.
La doctora mayor, sin haber notado nada de esto pregunta "¿qué tenemos?" y cada una de las otras doctoras, por turno, contará la historia de su pacientito, explicando evoluciones, tratamientos, etc. Cuando las dos terminen, "la ronda" seguirá su curso, hacia otra habitación.
¿No es esto mucho más "payasesco"? Que un grupo de estudiantes de medicina sea llevado como un buen rebaño por las habitaciones, sin que se les inculque un mínimo de respeto por los niños internados y sus familiares, está bien? ¿Qué no se salude al entrar a una habitación, que no haya un mínimo gesto de interés, de afecto por el que sufre, está bien en quien se dedica o se dedicará a intentar paliar el dolor de sus semejantes? Yo no digo a Salvi, que dormía, y que es chiquito y no le interesaría si le hablan o no, pero, a la otra niña, deprimida ya por la situación que vivía, no le podían hacer un gesto, tocarle un pie, preguntarle "Hola, Princesa, cómo estás hoy?"
Son cosas mínimas, que van más allá de la profesión elegida, tienen que ver con la calidad humana de quien eligió la profesión, y por quien es docente.
El amor hacia el otro debería ser motivación profunda en quienes eligen intentar curar a los demás, o darles mejor calidad de vida. Y es la razón por la que los pacientes o los padres de ellos elegimos los profesionales que nos den la sensación de que están movidos por el amor, el respeto y el cariño, en contra de otros que busquen el beneficio económico o la promoción personal.

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